sábado, 20 de febrero de 2010

Las cosas nos impactan de distintas maneras (a cada persona)


Hace algunos días estoy cambiando mi manera lateralizada de ver las cosas. Y estoy pensando en la forma de entender a mi familia materna y paterna. Si bien hay diferencias de fondo y forma, hay ciertos rasgos que las igualan. Y tiene que ver con que ambas son parte de un mismo sistema cultural; aunque mi familia materna tenga orígenes mapuche.


Mis reflexiones tienen que ver con el uso de formas violentas (he usado esta calificación para unificar criterios en la detección de verbalizaciones y prácticas que se enmarcan dentro de esta definición) en mis dos familias.


A principios de los ’80 íbamos por una calle de Temuco en la camioneta de mi abuela Amelia (materna), pero que manejaba Pelayo, mi tío. Si mis recuerdos no me fallan estaba mi mamá, la Jeanet (actual esposa de Pelayo y por ese entonces su polola) y puede que haya estado mi abuela, cuando de repente vemos a una mujer con mini falda de mezclilla azul. Recién estaba apareciendo esta moda para mujeres. Al menos en Temuco era inusual ver a las mujeres vistiendo minifalda.


En ese contexto, Pelayo, comenta compulsivamente algo así como: “Miren la tonta, se ve ridícula”. Esta intervención salida de la nada, o, de la superioridad moral de Pelayo 25 años atrás, respecto al buen vestir de las mujeres, hoy viene a hablarme de una masculinidad no distinta al resto de los hombres chilenos. ¿En qué sentido? En el sentido de que su comentario deja entrever violencia de género contra las mujeres. Yo tenía como siete u ocho años, mi memoria puede engañarme, pero tengo la imagen de que en la camioneta íbamos puras mujeres y ninguna reaccionó o hizo algún comentario a la interjección de Pelayo. La sentencia se instaló como una voz absoluta que provenía de una persona autorizada para emitir juicios sobre la realidad.


Ahora en el presente me gustaría extraer algún significado de este recuerdo. ¿Por qué está en mi memoria tan claro? ¿Por qué hablar ahora en el presente de aquello? Pudo haber sido un comentario no más, como tantos otros que se dicen y afloran, sin más, de la boca de la gente. Me pregunto: ¿qué pasaría hoy conmigo si escuchara a mi tío un comentario como ese? Lo cierto es que su comentario en el pasado, hoy lo puedo subrayar y analizar desde mi subjetividad feminista y, entender que fue violencia contra las mujeres que íbamos en la camioneta, porque la mujer que caminaba por la calle con su minifalda, no podía escucharlo.


Por mi lado paterno también experimenté violencia por parte de un tío. Un día, recién separados mis padres, mi tío Lalo me agredió verbalmente, en buen chileno, me retó. Tengo borradas las circunstancias de la agresión, sólo recuerdo el rostro desfigurado de mi tío y el impacto a mi salud emocional, quedé desestabilizada, aún más de lo que ya estaba por la dura separación de mis padres.


El dolor más grande fue constatar su violencia inexplicable, en ese momento, hacia mí. Creo que ahora después de varios años vuelvo sobre ese hecho y me lo explico como una explosión de mucha violencia acumulada. Quizás tenga que ver el hecho de su posición de hermano menor de mi papá. Es muy probable que haya visto en mí la prolongación de mi padre. Es terrible que lo piense y, todavía más que lo exprese, pero como he constatado, las personas nos peleamos por reconocimientos y afectos. Quizás mi tío haya tenido celos de mi padre por el amor de mi abuela. Es un punto de vista. A veces las cosas se me desordenan y, puedo ver los celos y las luchas por los cariños y reconocimientos en todas las direcciones. A lo mejor esto tiene que ver con mis pensamientos transversales que le mencioné a Vladimir y al periodista de la Radio Canelo de Nos.


También pienso que si los malos sentimientos van y vienen en todas las direcciones, también ocurre lo mismo con los buenos. Quiera “dios” se unan los buenos sentimientos y se logre la hermandad.


Para volver sobre el punto, quisiera escribir el deseo de hacer, decir y sentir de acuerdo conmigo misma. Y encontrar en la liberación, la estrategia para des-atraparme de la violencia. Quiero dejar a la víctima que los espejismos reflejan en mí.