miércoles, 24 de febrero de 2010

Salir del closet patriarcal


Estoy enojada con mi madre porque reproduce la socialización patriarcal dominante. Veo como le dice a mi hermana, tienes que hacer esto, lo otro y
tienes que estar bien.


Por donde empezar a echar afuera los efectos de nuestra socialización de mujeres a cargo de toda la sociedad. Desde que somos niñas nos inculcan el miedo al padre quien con el tiempo se transforma en una figura amada, pero a la vez conflictuada. Quien debiera ser nuestro protector, también es quien es una amenaza. Si estoy sola con mi madre, ella lo nombra para crear un orden en su ausencia.


Nuestras madres nos enseñan a callar para protegernos, además es signo de buena educación en una mujer no decir lo que piensa realmente. Y lo más triste es que esta educación no es literal, sino que a través de un gesto o una mirada nosotras sabemos que estamos siendo censuradas. Si está el cuñado o el yerno de mamá hay que mantener las apariencias porque es el marido educado y profesional de su hermana o hija. Nada más violento que ser acalladas por la madre.


Cuánta violencia está encerrada en estos actos, pequeños, pero inconmensurables en la magnitud de su impacto en nuestra personalidad en formación. Pequeños actos que nos disciplinan en la senda de ser mujeres en nuestra sociedad chilena. Cuántas cosas tenemos que esconder las mujeres para no perder nuestro estatus de personas aceptables y coherentes ante la mirada del mundo. Un mundo que mira a través de los ojos masculinos, aunque el cincuenta por ciento restante sea femenino.


Cuántos tropiezos y frustraciones hay en la vida de una mujer por seguir el camino espejeado por esta mirada externa, por este afuera. Un afuera que internalizado como un mapa ordena nuestros destinos como la voz omnisciente que nos dice cómo conducirnos y hacia donde. Pero qué hay de nuestro adentro, de nuestros deseos ni siquiera inteligibilizados porque previamente acciona la censura del afuera negando a la imaginación la posibilidad de dar forma a nuestros deseos.


A ratos descubro el afuera cómo la carcasa invisible que me contiene, o que, mirado desde adentro, que contengo. Audre Lorde nos invita a vivir desde adentro hacia fuera. Creo que en este movimiento está la clave para comenzar a desarmar la carcasa que nos apresa. Nuestro adentro es el centro gravitante -y el principio inspirador- de una vida en libertad.