miércoles, 2 de junio de 2010

“Me enamoré de una mujer robusta”


Es una mujer particular. Tiene ojos celestes intensos, usa pelo muy corto, es bajo, y es gringo y profesor de inglés.
Mira a los ojos sin despegar la vista y usa una barbita blanca de chivo. Me encantó. Sus tonos de ropa son grises, tiene una mirada inteligente, juega con los alumnos/as. Es provocador consciente de que lo es y de lo que provoca.

Sabe de micro política, no por nada expresa “depende de lo que sea político para quien”, lo que me atrajo más todavía. Tiene una personalidad que se expresa en una puesta en escena lingüística, corporal y cinética.


Me enamoré de esta mujer robusta, robusta por su edad y el tiempo acuñado de vida. Me enamoré de sus arrugas. De su templanza y su humor.


¿Qué estará haciendo en Chile?

¿Por qué está aquí?

¿Cómo se llama?

¿Es casado? (Pregunta importante para saber si seguir pensando en él, aunque sea por un día más)


Me gusta lo que proyecta de su experiencia intercultural y bilingüe. Se nota que lleva tiempo en Chile, que conoce bien los artilugios y vericuetos de la cultura criolla y urbana de acá, ya es parte de él.


Se persigna antes de ver funcionar un cd en el equipo después de que falló el anterior. Bromea con los lápices mina antes de pasárnoslos para el examen, los ofrece a 10 lucas, le digo que lo devolveré entonces, me pasa el vaso para que lo dejé devuelta ahí, le digo que después del examen; la interacción sigue, responde que el arriendo cuesta 10 lucas, entre dientes le respondo, ah! el arriendo.


“Me enamoré de una mujer robusta”, quién será.


Y ahora, arriba de la 201e, por panamericana, Supertram suena en la radio para seguir suspirando por esta musa que apareció cuando menos lo esperé.