lunes, 29 de noviembre de 2010

Estoy aquí…


Y aquí he retomado las palabras de mi cuna.


Aquí nací, y aquí me dieron cuerda. Una cuerda que a veces fluye a borbotones, y otras se agota hasta extinguirse mi vigilia.

Hoy retomo las palabras de mi cuna para hablarle al enemigo y desarmar la ceguera de su razón; y también, la ceguera de la mía.

Actos, actos, actos de la lengua que saltan de las capas intermedias de la memoria y que dialogan con las capas más profundas de aquella memoria que no le pertenece a este cuerpo de vida presente, pero que sin embargo guarda mi gen egoísta.

Un merenjunge, que revuelto con las palabras prestadas de la universidad y el habla docta, se asienta en mi gramática, que a ratos se me cae, como en los viejos tiempos, cuando una echaba pa’ fuera no más.

“Ellas no callarán por siempre”, a quien se le haya ocurrido esta frase, es muy cierta.




Azul Igaiman Quilaleo