miércoles, 12 de enero de 2011

Como un volcán en erupción


Estoy sacando afuera con la fuerza de mis instintos y de la indignación acumulada. Estoy diciendo NO, por todas las veces que callé, otorgué o no me salió la voz.

Estoy como un volcán en erupción que respira a través de su lava; y como el fuego que quema con su poder desinfectante, desinfectando todo a mi paso aunque duelan las heridas a desinfectar. Es la única forma que encontré en este momento de ayudar a sanar a mi entorno más cercano, o de prevenir otras heridas por venir.

Quemo para despejar mi camino de la maleza, quemo mis miedos, anquilosamientos y letargos.

La única manera de saber si lo que hago está bien o es lo que debo hacer es haciéndolo. Echando a perder se aprende. Opté sin mucho raciocinio y planificación por actuar, por atreverme, sin miedo a cagarla y sin miedo al escrutinio externo, a la voz de la seudo cordura silenciante y castigadora.

Ser desubicada, antipática, pesada, después evalúo estas zonas y resultados. Actuar, actuar y actuar ¡qué lo correcto saldrá de aquí! Y no de abstracciones objetivantes que no sirven de nada, excepto sólo para saber eso, que no sirven de nada. Porque la realidad es para intervenirla, crearla y recrearla, desde tu sentido de justicia, razón y corazón, y en el terreno verás qué encuentras y a quién, y eso te enseñará, y mostrará el paso siguiente de tu camino.

Sana que sana el fuego.



Azul Igaiman Quilaleo