sábado, 7 de mayo de 2011

Pleno Otoño


Este Otoño había estado muy tibio e iluminado por nuestro Dios Sol, como nunca antes las hojas cayendo de los árboles me habían hablado, o quizás no me había conectado con su lenguaje, o quizás ahora tenían cosas distintas que comunicarme a los anteriores otoños, o quizás ahora puedo leer algunas vocales entre ellas y yo, toda vez que ambas estamos dispuestas a sincronizarnos, y cada vez que caminando bajo los árboles, necesito de ellas y sin pedirlo, me susurran, deja ya eso, suelta, bota.

Pequeños grandes avisos del cielo han caído sobre mí, tocándome con certeros movimientos y livianos cuerpos, pasando por delante de mis ojos, a la distancia y en lo alto del cielo, lloviéndome amarillas hojas como copos de nieve soplados por el viento.

Imágenes de ayer, difusas, más cercanas a sensaciones e impresiones han vuelto a acompañarme, viejos sueños y sus paisajes se han cruzado en mi memoria, una memoria que teje y desteje los hilos de mi vida, una memoria que quiero alcanzar y abrazar para mi presente y futuro, y poder contarla a los cuatro vientos, y volver a escribir otra historia, otra verdad.

Todavía creo no tener muy claro qué debo soltar, dejar caer; intuyo, quizás si sé, intuyo es un proceso, y como tal, lentamente iré dejando, tranquila, déjate llevar, respira hasta el fondo, hasta que tus pulmones se hinchen hasta más no poder, deja que el zinc y el magnesio te ayuden a movilizar lo estancado y revitalizar tu química biológica. Prepara tu espíritu para recibir de la última sesión energética lo que tengas que recibir para seguir tu camino. Acepta. Eso, disfruta este frío día reconfortada en tu tiempo y tu cama. Siente tu emoción por la vela que se extingue y despide a María Rozas.

Algo ya ha empezado, el negro se guarda hasta nuevo aviso.


Azul Igaiman Quilaleo