martes, 25 de diciembre de 2012

Soñé con el Rana


Al instante después de echar a la olla el plato de garbanzos recién servidos porque parece que no los había revuelto cuando le eché la sal gruesa de mar, se me posó la imagen del Rana, uno de los vecinos “volaos” de la esquina de Yungay; y me acordé que anoche soñé con él, que pasaba por Yungay bien de noche, quizás de madrugada, y lo veía a él, con más gente afuera de su casa, y me veía, y cruzaba la calle, sentí un poco de temor, estaba como una de las últimas veces que lo vi, no hace mucho, ya no tenía su pelo largo como en los tiempos de juventud, en los ochenta, llevaba puesto un gorro oscuro, veía claramente su cara y sus ojos de mirada profunda, de esas miradas que ven el alma y se dejan ver también.  Algo me dijo, o me preguntó, tuve la misma actitud de respeto que me caracterizó y que aún más me caracteriza ahora de adulta frente a personas de las cuales la sociedad de “bien” me alejó y me separó.  Seguí caminando hasta la esquina de América después que sentí que el Rana me dejaba pasar. 

Ahora en la vigilia, y reflexionando sobre la vida, la vida de las personas que fueron mis vecinos marginados y la mía, y recordando un texto trabajado en Con-spirando en el taller de liderazgo y memoria, me pregunto cuál será el nombre del Rana.

Llamé a la Rosa y tampoco sabía su nombre, me contó que el Rana había estado muy mal por su cáncer terminal hace poco, y que se mantenía por la pura droga.  Qué angustia me dio, qué impotencia me dan todas las injusticias, qué poca cosa me siento a veces.  



martes, 18 de diciembre de 2012

Ahora recién


Ahora recién se me vinieron sensaciones de antes en conjunto con ahora, en realidad, me han venido sensaciones en todo este día, o este rato, de mi pasado infante, sensaciones muy ricas de relajación, bienestar, y estar en plenitud con el todo circundante, y aún más, como estar en un lugar trascendente del espacio tiempo histórico de la vida más vigilante de vigilia.   Pero la sensación que me llevó a escribir ahora, me remontó al sueño de anoche, a uno de entre varios, de repente me fui para Imperial, para la casa verde sin tener claridad en las imágenes, más bien tuve la fuerza de una sensación del tipo que describí más arriba, no era mi consciente el que estaba actuando en mí, creo que otro espacio de mi mente o memoria se activó y me llevó primero a la sensación y luego a identificar un momento y esta sensación a una sensación del pasado que visualicé en la casa verde de Imperial, antes de irme a vivir allá, en uno de los viajes realizados en verano con mis padres seguramente.  Vi el día, la fachada de la casa verde desde un costado a la orilla de la reja de malla de alambre fino, estaba con sombra, parece que fue una mañana, que miré y recordé, y vivencié como otro lugar, o el mismo, pero en otro sentido de orientación cognitiva.  Esta imagen me llevó a recordar el sueño de anoche donde tenía una sensación similar, lo que cambia es la acción: estaba con otra persona, y de repente, no recuerdo si hay un temblor o movimiento telúrico más o menos fuerte, o nada de esto, pero la casa se empieza a mover, nosotras estamos en el segundo piso cuando caímos con casa y todo al suelo; la casa se desmoronó con nosotras adentro, yo caía parada.  Veía como paja en la casa, alguien de afuera de la casa nos dice que ya estaba muy vieja, o algo así.



jueves, 1 de noviembre de 2012

Esta mañana dulce de sueños antiguos


Una y otra vez vienen a mí imágenes, paisajes urbanos de mi vida primera primera, muchos no sé si fueron soñados o estuve ahí alguna vez, como el recuerdo de una esquina despoblada, en su mayoría cubierta de polvo casi blanco y seco, el borde de un potrero desierto que al fondo a su derecha y luego a la izquierda del fondo se podían ver  las casas de una población de la que salíamos o llegábamos, parece con mi papá.  Y ahí en ese cruce parece estaba el paradero de alguna micro que pasaba por ahí, o comenzaba ahí su recorrido o era el fin del camino.  Parece que fuimos a visitar a alguien, no me acuerdo si andaba mi mamá, a lo mejor; era yo y esa basta esquina con alguna presencia progenitora familiar.  Era en la tarde, la hora en que el sol se pone y no se ven sus rayos, la luz era clara pero grisácea.  Parece que bajamos de la micro en esa esquina y miramos el fondo o miré, empezamos a caminar de idea o de vuelta.

En otra esquina, que ahora puedo reconocer o relacionar como la esquina de Vicuña Mackenna con la Alameda, lado poniente, estaba cubierta por tablones y una baranda de palo por donde teníamos que pasar apegados a una pared también de tablas toda llena de publicidad, de afiches de papel blanco, seguramente con la topcicidad[1] de la época, no muy distinta de los diseños de ahora, rayas, letras, rostros femeninos con pelos parados o erizados.  Aquí como que siento más la presencia de mi mamá, parece que andaba con ella, se siente más mirthácea esta presencia.

Este sí estoy casi segura que era un sueño, era el edificio de una institución, parecida la bajada y color del Servicio de Salud de Valdivia, de color celeste opaco y oscuro en contornos y fondos, sólo que en mi sueño el edificio, de no más de tres pisos, recuerdo, tenía una entrada grande por el costado izquierdo y otra por el frente.  Se me ha venido varias veces este recuerdo, se posa sobre mi visión actual esta imagen muy antigua de mi vida, de mi vida que había olvidado, pero que como dice mi abuela Amelia, todo está aquí, en la computadora.   Vagamente veo una imagen de adentro, es oscuro, parece que estoy con otra persona.  Ahora se me ha venido otra imagen, la del terminal de Victoria, creo que era de Victoria, donde llegué una vez de vuelta de la celebración por la entrega de las tierras nuevas de la Comunidad de Bolleco de Galvarino, en la Novena Región; era una estructura muy parecida.

El otro sueño que se me ha posado, es mi ida a Nohualhue, sola, y en bicicleta parece, o a pie, o en mi triciclo de niña puede ser, no sé, este sueño no es tan antiguo como los demás, no es de mis primeros sueños, pero su contenido me remite a un tiempo extraño, no sé si paralelo u oblicuo, sí es claramente otro espacio, es el camino a Nohualhue, no sé si se han unido imágenes de otros sueños en éste, y recuerdo todo en uno como piezas de un rompecabezas interdimensional.   Una parte es mi avance hasta un punto donde no puedo seguir avanzando, recuerdo parece me metí por un bosque no muy tupido, de árboles nuevos como los hualles, claro y verde claro, no sé como salía de ahí, o si también de vuelta pasaba por ahí, creo que sí, y estaba en un camino de tierra rojiza terracota, estoy segura que era el camino a Nohualhue, veía las ondulaciones del camino atravesando las lomas, avanzaba, creo, estaba todo despejado, iluminado, no sé si había nubes, sí recuerdo el cielo celeste.  

En otro momento estoy en otra parte del camino, en una pampita, a un costado del camino, rodeada por espinos verdes o cipreses, más pueden ser cipreses que espino, no lo sé con claridad.  Estoy ahí, esperando o descansando, o tal vez sean estas plantas con espinas y flores amarillas que había a orillas del camino en algunos tramos en el camino real, que ahora siento un pedacito en un flash que se me vino pasando por ahí en camioneta con la ventana abierta y viendo la luz dura cortada por la ventana y las ramas que parecían saludar como militares vestidos de grises verdosos al paso de la camioneta a toda velocidad por el camino de tierra rojo terracota.  Estoy ahí, mirando, estando, hay una presencia de hombre con delantal o camisa blanca pelado y de lentes que anda por ahí, no sé que hace, la pampita esta rodeada de estos matorrales verdes que le dan una forma cuadriculada con una salida por la esquina inferior izquierda al camino.  No sé si en este sueño llego a Nohuelhue, parece que no.

Esta mañana olía dulce en mi balconcito.




[1] Parece que no existe esta palabra.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Mi Fiura y mi Larry


Hace ya un tiempo soñé con la Fiura, no se había muerto o algo pasaba que volvió a la vida.  La veía transitar como de costumbre entre la cocina y el comedor, pero esta vez me detenía a observarla con un ánimo distinto, tiene que haber sido que mi consciente se convenció que estaba viva, de hecho la veía pasar por entremedio de las patas metálicas negras de las sillas del comedor, fue muy real ver su cuerpo, su pelaje medio apelmazado que se separaba por su aceite natural, o sea, el sueño pareció igual que la vida con la Fiura, pero en algo distinto, no sé si fue algo así como experimentar una segunda oportunidad de estar con ella en vida, o, vivir yo con ella en otra vida.   Estaba igual de flacuchenta que siempre, con su tos que le salía del estómago para eliminar sus vómitos, la escuchaba y pensaba que seguía teniendo la misma resistencia, que era la misma Fiura de siempre y que sus achaques no la perturbaban más allá de lo habitual y que por lo tanto, no estaba en peligro de muerte. 

Se siente el vacío en la casa, fueron 13 años viviendo con ella, era una integrante importante, tenía su lugar destacado, siempre se hizo notar con su carácter, su autonomía, su insistencia en conseguir lo que quería y el hacerse la inocente cuando se implicaba en actos reprensibles, o la tonta, como decía mi mamá.  Se fue la Fiurita, la echo de menos, lloré su muerte, mi corazón se puso blando, a diferencia de los otros gatitos que se han ido, con la fiura lloré y sentí como me dolía el corazón.  Alcancé a despedirla, llegué a la casa cuando todavía estaba tibia, suave y blanda, la tomé, la abracé y la besé, todavía siento su calor y su piel.  La dejé en el sillón para que nos acompañara como siempre, y nosotras a ella, como cualquier día. La arrebocé mientras pasábamos la tarde antes de enterrarla en nuestro patio junto al Larry, nuestro cachorro que había muerto recientemente también de una enfermedad urinaria que no tuvo remedio.  Se fueron dos de nuestra familia, dos personitas muy amadas por nosotras, nuestros animales queridos, que en paz descansan y nos acompañan.


jueves, 16 de agosto de 2012

Animales


Me visitaron muchos animales.  El primero fue un colibrí muy chiquitito como del porte de la mitad de mi pulgar, lo veía volando entre unas ramas medias secas que colgaban de mi ventana, seguramente había alguna flor, movía sus alas muy rapidito, como todos los colibríes que he visto.  Después de unos momentos se fue, me dieron ganas de tocarlo, pude ver su abdomen pequeñito cubierto por un plumaje casi aterciopelado.

Después vi un conejo que andaba medio arrastrándose por el borde del techo, o un techo cualquiera, por ahí por donde van las canaletas del agua.  Llevaba las orejas hacia atrás, era gris claro, podía ver su expresión, su cara.  Lo seguían dos gatos, también grises, con blanco uno, trataban de atraparlo; el gato que iba adelante, el gris, estiraba su manito que casi llegaba a tocarlo.

Después, un leopardo, pudo haber sido un jaguar también, o un gato pardo, quería subir a las ramas del árbol donde estaba encaramada.  El árbol tenía muchas ramas gruesas o entroncadas y atroncadas que nacían de la raíz, o sea su tronco consistía en una rama de tronquillos muy parecido a los dos árboles de albaricoques que estuvieron muy cerca de mí en Imperial y en mi población.  La rama de este albaricoque se balanceaba con mi peso, pero estaba lo suficientemente alta para librarme de los intentos del leopardo por subir.  De arriba lo veía dando vueltas, acechándome desde abajo.   La base del tronco estaba media quemada, el suelo húmedo, podía haber sido perfectamente un lugar sureño, al otro lado, medio como detrás de mí y a la derecha, estaba Pelayo que le contaba a mi mamá parece que habían cocodrilos muy grandes que salían de ahí, de ese lugar, algo así como cuando se inundaba, que sería en algún momento del día, o en un ciclo de tiempo más largo.

En mi segunda visita a San Bernardo, mi cerro ya estaba reverdecido y la diferencia de ambiente con el centro de la ciudad, se me hizo por segunda vez notoria.  Realmente San Bernardo es una República Independiente.  


Un animal muy importante se me olvidaba, desde el valle central podía ver la sombra de un 
cóndor que caminaba por una de las cumbres más altas de la cordillera, en realidad no era su sombra, era su cuerpo que se veía negro desde la distancia, pero su contorno estaba muy definido; como iba caminando sus alas estaban guardadas.









sábado, 9 de junio de 2012

El arte de estar juntos


Estoy llenándome de ganas de quererte, ganas de besarte y abrazarte como a nadie.  Estoy llenándome de mis deseos de estar contigo.  Y estoy vaciándome de nuestros nudos en mi garganta y de mi espanto al recordar nuestros abruptos desencuentros dolientes.

Estoy llenándome de las hojas de este otoño para dejarlas ir y esperar los brotes nuevos.

Estoy empezando un tiempo nuevo donde hay espacio para un tú y yo.  Un espacio libre de violencias, temores y dudas, un espacio tuyo y mío, de los dos.

Estoy empezando a ser paciente con el amor que me enloquece y apura la máquina, mi máquina.  Discúlpame por traerte hasta mí y no tener las herramientas para extirpar el mal que nos aborda o abordó; estoy construyéndolas en este arte solitario de quererte.  No quiero apresurarme y construir unas, en lugar de las tuyas propias.  Creo en la igualdad, yo haré mi parte, la estoy haciendo, pero mi parte creo sólo tiene sentido si se encuentra con la tuya, en algún punto.  Tengo fe en que se encontraran, nuestra pequeña gran historia contiene los testimonios de esos encuentros, sino no hubiera sido posible quererte.  Y no creo como escuché hoy en clase que haya sido “una desorganización temporal del deseo” el sentimiento que me nació.

El amor no es una ideología, el amor sí es responsabilidad, cultura; y tú y yo estamos constituidos por ella, como quiera que haya sido para cada uno, para ti un hombre chileno a quién admiro por muchas cosas, una de ellas por su militancia vital, para mí, mujer chilena champurria en recuperación de su cultura materna.

 
Vanessa

07 de junio de 2012


martes, 22 de mayo de 2012

Se acerca Wetripantu


Me pregunto cuándo vendrán las grandes lluvias.  Hoy escuché hablar a un pelotudo del gobierno que decía que llevamos tres años de sequía.  ¿Qué nos está pasando?  Y estos estúpidos hablan de bombardear las nubes y tecnificar los sistemas de riego.

¿Cuándo crecerán mis Canelos?  ¿Cuándo los voy a regar?  Se cumple un año del entierro de las semillas.


Pronto, pronto, plantaré mi canelo, y me elevaré por las alturas.


Algo pasa que siento olores de antaño, de mis primeras existencias, olor a damasco… y olores horribles a Old Spice, colonias dulces y repugnantes de güagüas.


Agua, agua, agua, co, co, co; necesito verte mojar la tierra, purificar el aire y purificarme.  Te pido no nos abandones, perdónanos por las violaciones y ofensas a tu cuerpo sagrado.  Dame tu fuerza para ayudarte, dame tu fuerza para ayudarme a ayudarte.

                         
                                                                                                                 Vanessa Naranjo Inostroza


viernes, 4 de mayo de 2012

Sin verbo


Estoy sin verbo recorriendo y habitando paisajes corporales sanadores y memorias traumáticas, también.  En el viaje me columpio de izquierda a derecha, algo se va, me alcanzo a dar cuenta, a mi mente la distrae el vaivén, algo se le olvida, vuelve al presente, quiero seguir columpiándome. 

Puedo cohabitar con tres hombres en la Plaza Nueva Zelandia, los recuerdo, y recuerdo el tiempo en que hablaba con los hombres adultos y viejos.  Un pedazo de lomo de cerro me habla, hay un manchón de bosque nativo en plena ciudad oscurecida por la contaminación del aire.  Esta mañana el Cerro Chena y la Cordillera estaban tapados por la bruma rojiza gris de esmog.  Vuelvo a la carga, se oscurece mi mente, mi corazón y mi aura, sigo mi convicción y mi fe, siento sin verbo, respiro.

Aparece el recuerdo intenso, y como un flash se va. 

Aparecen tus brazos, quiero abrazarte, me lleno de amor y te nombro en el presente.


Vanessa Naranjo Inostroza
                                                                                                              
                                                                                               
                                                                                                          

miércoles, 11 de abril de 2012

Santiago en 500 palabras


Del centro a la periferia

Del centro de mi corazón, del centro de mi población Cacique Antupillán de San Bernardo, del centro de Nohualhue, del centro de Valdivia y del centro de Mehuín; a la periferia de todos estos queques y sus hoyos, a Santiago.
Santiago Pilicho le decía mi abuela Amelia, Santiasco le dicen mis amigos valdivianos, simplemente Santiago para mí, el lugar donde estaba mi casa, luego, el lugar que olvidé y que se desplazó a la periferia de mi memoria.
Hoy, vuelvo a compartir este hoyo del queque con mis hermanos/as santiaguinos/as negados/as rodeada de cerros vivos que me hablan.

Esquinas

Vicuña Mackenna con Irarrázabal, espero micro en el paradero en esta esquina perdida en una tarde cualquiera. Las murallas de edificios viejos y de colores chillones me detienen y sostienen en la punta de un triángulo sombrío desde donde se ve la luz que viene del poniente partiendo la calle entre este punto y el mundo transitado del frente.
Esquina Larraín salida del metro, otra esquina escondida que aparece a los ojos cegados de mi visión sur céntrica, hermoso escondite en este tiempo de verano para encontrarse con las amigas que han aparecido en el último tramo de este camino.

Oh gran Santiago, hoy te celebro

Carreteras, Américo Vespucio y la Autopista Central, Panamericana todavía para mí, líneas que me han transportado en estos viajes de sur norte, norte sur, abducida por la velocidad y los destinos, nunca antes me había detenido en algún punto de estas trayectorias rectilíneas. Santiago ya no se siente tan hostil, en este Santiago Pilicho el sol del atardecer me acaricia el rostro mientras recuerdo a mi amor con todo mi amor.

Puntos cardinales

Santiago limita al Este con la casa de la Pamela –‘mami puedo ir a donde la Pamela’-, al Oeste con el Cerro Chena (mi animal sagrado), al Norte con la casa de mi abuelita Lucy, y al Sur con la feria de Yungay.
Ilimita al Este con el mundo nuevo que nace cada día, al Oeste con la tierra de mis muertos/as ya muertos/as y los/las por morir y con la tierra de mi descanso también, al Norte con las puntas de flecha clovis y al Sur con las Tres Marías.

Volví

Ahora veo más recovecos, más gente entretejiéndose entre los adobes escondidos de los derechos de las calles y edificios nuevos. En qué Santiago estuve antes cuando volví a llegar después de nacida.
Aquí, en esta vieja y nueva ciudad me descubro chora de pobla con linaje indígena, y feminista por elección en este escenario santiaguino recorrido de sur a norte, de centro a oriente, de oriente a sur oriente, y de sur oriente al centro poniente para volver al sur sur de la metrópolis.

Vanessa Naranjo Inostroza
                                                                  

Nota: Estos cuentos fueron escritos en el mes de enero de 2012 en el marco del concurso Santiago en 100 palabras.


viernes, 30 de marzo de 2012

Mente y cabeza


Cerrar los ojos, meditar y dejar afuera los pensamientos para vivir en mi verano interno y hacer algo con la moralidad que sustenta el control.

Respirar por el ombligo y exhalar por él y esperar y danzar con la música de las gotas de lluvia que alimentan la llegada de las flores y la primavera; mientras tanto sentir el Otoño columpiándose en el Parque Harnecker con la Nina, paseando y haciendo la hora para el momento del tarot a las seis de la tarde con un amigo livianito de sangre, con el pelo blanco.

El ermitaño y la amistad unidos, los dos amigos árboles resplandeciendo al lado del coraje de una flor maravillosa que creció entre las rocas secas.

Más abajo, con los pies en la tierra, mi pertenencia y no pertenencia a la que soy y fui, siendo también con mi trabajo a cuestas voy fluyendo, "Going with the flow”, voy fluyendo y estando con mis amigos en este viaje, aprendiendo a no posponerme y romper con las cadenas reflejadas en los espejos de la cultura.

El emperador y la emperadora, uno con los pies en la tierra y encarnado en mí; y la otra cuidando mi imperio, mientras el corazón en mi pecho sueña el amor.

Los ancestros y ancestras igual se manifiestan en la consciencia de una noche.


Vanessa y Azul
Beuachef, Valdivia 29 de marzo de 2012



viernes, 2 de marzo de 2012

Frutos


Silvia me preguntó por los frutos de este verano en una de las primeras oportunidades en que nos volvimos a ver, la verdad es que cuando lo escribí sólo intuía lo que podía pasar este verano, intuía imaginariamente los frutos de una continuidad empezada, transitada, cultivada y regada, hecha a pulso, sobresaltos, certezas con y sin fundamentos, con trabajo productivo, esclavo y también con ocio, con languideces y pasiones obstinadas, intuía sorpresas. Las tuve. 

Entre el relajamiento en casa de Delphine, en enero, toda una experiencia de limpieza, catarsis, vagar entrecomillas, descansar, y los jugos de guanábanas, mi crisis amorosa se abrió paso por entre los hilos y agujas de mis costureos hasta febrero, unos pocos momentos después que se fuera Silvia. 

Los germinados que me enseñó Ingrid y el inicio del yoga kundalini marcaban la entrada de un nuevo sentimiento, más sólido y aquilatado, en realidad no era nuevo, era más maduro, como una fruta que comienza a ponerse pintona. Si hubo un fruto, querida Silvia, es este sentimiento que se abrió paso entre las malezas espinosas de mi corazón que crecieron de un de repente, y que así como crecieron, se fueron también de un de repente porque ya no cuentan con raíces donde sostenerse. 

Los frutos de este verano son los hermosos recuerdos de cada momento compartido en esta trayectoria mía de un amor fuerte y platónico a otro momento de la evolución de este hilo que me une a ti. No olvido tu rostro, menos tus ojos y tu piel, cada día que veo tu foto, tus ojos y sonrisa me cuentan algo nuevo, un chisme, un chiste, un secreto, una historia nueva entre tú y yo.     

Azul y Vanessa

                                                          
                                                                       


lunes, 13 de febrero de 2012

Extranjera


Soy extranjera en este país. No acepto la naturalización hipócrita y/o de morales superiores sobre conductas, normas legales y consuetudinarias que imponen el engaño, la mentira, la sinvergüencería de quienes se sienten con el poder sobre ti mí, él, la, ellas, nosotros/as, vosotros/as.

Soy extranjera porque ya no soy parte de colusiones y acuerdos tácitos o a medio decir que no apruebo. Soy extranjera en este país hecho sin mi consentimiento y mucho menos, con mis sentimientos.

Por supuesto que soy extranjera, y a mucha honra y gusto porque no estoy dispuesta a aceptar la infamia por muy pequeña que parezca. No; no, señor.

Soy extranjera porque soy una auténtica lelfunche que se quedó en los valles pa’ pelear y defender su verdadero país. Así que ser extranjera en este $hile es el lugar que habito por querer y porque no me traiciono, ni someto a las leyes de este país falaz, vendido en cuerpo y alma al encandilamiento del progreso.
 
                                                                                                                                
                                                                                                                                        Azul y Vanessa


sábado, 7 de enero de 2012

Peces azules


Hermosos peces azules me visitaron esta madrugada, eran tan hermosos que sentí miedo de ellos. Navegaban por profundas aguas verdes cristalinas por uno de los tres ríos que se me atravesaron en el camino. El más grande y visible se contorneaba en el agua, era muy bello, con cola y aletas largas y estilizadas.


Los ríos eran los ríos de la calma, y los peces azules, una perla preciosa que estos ríos me obsequiaban. Eso sentí esta mañana, mis lágrimas amanecieron contenidas y conteniéndome en estos cursos de abundante agua. Mis ancestros/as Quilaleo (Tres Ríos) vinieron a acompañarme en este viaje de la vida. Parece que ya no tengo que llorar a mares para respirar hondo y profundo, porque lloro como los ríos con corrientes que limpian, que bajan de la cordillera hasta llegar al mar.


Gracias familia espiritual, por seguir haciéndome llegar a mi piuke atendido por sus mates matinales, que lo hacen despertar por las mañanas.



Azul y Vanessa juntas