jueves, 16 de agosto de 2012

Animales


Me visitaron muchos animales.  El primero fue un colibrí muy chiquitito como del porte de la mitad de mi pulgar, lo veía volando entre unas ramas medias secas que colgaban de mi ventana, seguramente había alguna flor, movía sus alas muy rapidito, como todos los colibríes que he visto.  Después de unos momentos se fue, me dieron ganas de tocarlo, pude ver su abdomen pequeñito cubierto por un plumaje casi aterciopelado.

Después vi un conejo que andaba medio arrastrándose por el borde del techo, o un techo cualquiera, por ahí por donde van las canaletas del agua.  Llevaba las orejas hacia atrás, era gris claro, podía ver su expresión, su cara.  Lo seguían dos gatos, también grises, con blanco uno, trataban de atraparlo; el gato que iba adelante, el gris, estiraba su manito que casi llegaba a tocarlo.

Después, un leopardo, pudo haber sido un jaguar también, o un gato pardo, quería subir a las ramas del árbol donde estaba encaramada.  El árbol tenía muchas ramas gruesas o entroncadas y atroncadas que nacían de la raíz, o sea su tronco consistía en una rama de tronquillos muy parecido a los dos árboles de albaricoques que estuvieron muy cerca de mí en Imperial y en mi población.  La rama de este albaricoque se balanceaba con mi peso, pero estaba lo suficientemente alta para librarme de los intentos del leopardo por subir.  De arriba lo veía dando vueltas, acechándome desde abajo.   La base del tronco estaba media quemada, el suelo húmedo, podía haber sido perfectamente un lugar sureño, al otro lado, medio como detrás de mí y a la derecha, estaba Pelayo que le contaba a mi mamá parece que habían cocodrilos muy grandes que salían de ahí, de ese lugar, algo así como cuando se inundaba, que sería en algún momento del día, o en un ciclo de tiempo más largo.

En mi segunda visita a San Bernardo, mi cerro ya estaba reverdecido y la diferencia de ambiente con el centro de la ciudad, se me hizo por segunda vez notoria.  Realmente San Bernardo es una República Independiente.  


Un animal muy importante se me olvidaba, desde el valle central podía ver la sombra de un 
cóndor que caminaba por una de las cumbres más altas de la cordillera, en realidad no era su sombra, era su cuerpo que se veía negro desde la distancia, pero su contorno estaba muy definido; como iba caminando sus alas estaban guardadas.