La eternidad fue un concepto que
empecé a pensar, e intentar imaginar cuando la oí en los Espacios de Conexión
del Colectivo Con-spirando. Me interesó
mucho su contenido, y el sentido en que la hablaban allí; y así fue como me
quedó dando vueltas en la cabeza desde el año 2010. Quería saber de qué hablaban las personas
cuando se referían a la eternidad, algo creía intuir, sus palabras me decían
cosas de la eternidad, pero no me alcanzaba a dar cuenta de su significado
total, eso sentía, así, de esta manera la idea de eternidad me quedó grabada en
la memoria, y poco a poco me fui familiarizando con ella, hasta creía saber un
poco más de ella cuando yo misma la utilizaba o escuchaba por ahí.
Un día dentro de estas mañanas,
antes de levantarme y despertar del todo, continúe descansando y antes de
volver a dormir caí en un espacio de suspensión, ahora pienso en la mente en
blanco de la que hablaba mi abuelita Amelia muchas veces. En ese espacio mi consciencia si bien estaba
en otro estado no estaba dormida, y tuve la convicción de que estaba a un paso
de morir, en realidad, en mi propia consciencia apareció una especie de
advertencia de que estaba a un paso de experimentar la muerte, y que todo
estaba bien, tranquilo, en calma, porque luego de experimentar la muerte,
pasaría a experimentar la eternidad.
Pero de todas maneras, algo en mi consciencia me retuvo un poco, saber
que se está apunto de experimentar la muerte hace que una se detenga a pensar,
aunque sea un segundo; pero el sentimiento de paz era tan envolvente y profundo
que me inducía a dejar todo en las manos del momento y la situación. Y así fue que me dejé morir y pasé a sentir
la eternidad, esa fue la comprensión de mi ser.
La eternidad se veía y sentía tan atractiva que decidir morir era el
paso natural al goce; así fue como experimenté la eternidad como un profundo
gozo de estar sumergida y suspendida en nubes.
Cuando desperté me acordé nítidamente de esta experiencia y me sentí muy
feliz y agradecida. Fue la mañana del sábado 9 de marzo.
Una experiencia con la muerte
distinta a la que tuve una vez, o dos veces, hace algunos años, en que mi salud
genética sobrevivió al horror de saberme muerta o fuera de este mundo.