viernes, 2 de octubre de 2015

La casa en el alto


Hay cosas que no cambian y hay otras que están brutalmente cambiadas en mi pueblo amado.  A pesar de la mugre capitalista, todavía se ven algunos líquenes.  Mi casa ya no está, la huerta de mi abuela tampoco , los damascos, los alacranes, las arañas de potos grandes y diseños multiformes.  Todavía está la máquina trilladora afuera de la casa de la Sindy y los juegos, la pileta de mi plaza desapareció.  La Iglesia está más pequeña, por suerte pude reconocer los árboles.  Me encontré con la Natalia que no fue anoche.

Los aromos están florecidos, a ellos si los pude reconocer por Anibal Pinto, mi escuela D 350 está en la ruina, el nuevo hospital es horrible, la tía Aurora es aún más majestuosa y gallarda, para mí una mujer de mucho poder, una chamana, bruja.  No fui a saludar a la señora Jacinta, en otra oportunidad cuando esté menos conmocionada.  A mi puente lo forcluyeron, sin embargo la humedad, se escapa.  Ahora a mis espaldas está el lafquen mapu, a mi izquierda el norte, a mi derecha el sur y en mi frente los volcanes y en mi frente los volcanes.  Dos pasitos para adelante y uno para atrás.  Te voy a ir a ver Rosa Maso, Antonio Rapiman, y parentela.  Pewkayal.

Publicado en Facebook el 20 de julio de 2014








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