En este nuevo comienzo hago el amor con el sol y el agua y los calipsos de mi infancia.
Mientras cultivo mi paciencia espero el agua de rosas de María Quiñelen para bañarme en ella; y saludar la sensualidad y fuerza de la vida que hoy se renueva en los jardines de mis antepasados y antepasadas. Sus espíritus han vuelto en forma de mariposas blancas que me revolotean con su fragilidad en mis caminares.
A veces vale la pena vivir toda una vida por un momento como éste, Vanessa -me dijo mi abuela Amelia.
Soy paciente, dos vocablos que transportan un poderoso significado que hoy ya puedo experimentar. Los digo con mi voz susurrante y determinante, y vivencio el nexo con estas palabras poderosas que se conectan con las palabras de mi abuela dichas en un momento especial y eterno.
Dos vocablos que también se conectan con el dicho “La Paciencia es la Madre de Todas las Ciencias”, un dicho que casi había olvidado y que volvió al presente cuando compartía sentidos y memorias en otro momento especial, en Con-spirando, noviembre del 2010.
Chaltu may pu lamien
Muchas gracias hermanos y hermanas
Azul Igaiman Quilaleo
PD. Este texto fue escrito en el marco del Taller “La PALABRA en la obra de arte teatral” de la Biblioteca de Santiago, a cargo de Michael Silva Díaz.