martes, 5 de abril de 2022

El pichi tornado de Peralillo

Hoy realmente fue el inicio de una historia y la continuación de otra, serán las profecías de las cuales una vez escuche hablar a María Quiñelén con alguien que estaba por ahí en la sala de espera, o ella me contó de las profecías de las que había hablado con un amigo y compañero de la media, esto es lo que retengo desde que escuché algo así de parte de ella.  Esta idea de la profecía me ha dado vuelta precisamente porque María me dijo que yo iba a tener dos hombres que me cuidarían, uno sería mi hijo.  Y la verdad es que después de dos años aproximadamente me doy cuenta que quizás esos dos hombres sean Eduardo y su hijo Antúa, ambos son muy jóvenes ahora.  Esto es algo que no he dejado de pensar, y parece que no se lo he dicho a nadie.   

También hoy es un día especial no sólo por el término del año 2013, y comienzos del 2014. Llegando a Peralillo pensé que había un incendio por la presencia de una nube café que movía papeles a una altura considerable por el aire, pero resultó ser un remolino muy definido que atorbellinaba muy rápido hacia arriba, su base era muy sólida como si estuviera recibiendo propulsión desde abajo, una energía invisible que mantenía el pichi tornado enervado hasta el cielo como el árbol del gigante egoísta.   Lo más significativo fue que no fui la única que lo presenció, mucha gente se detuvo a mirarlo, estuvo mucho rato sin desaparecer batiendo el aire con fuerza y mucha intención.  

Ahora que estoy aquí en Santa Cruz, después de mi paseo apoteósico, y encontrarme con Eduardo y Antúa en mi hogar aquí, y todavía más, después de encontrarme con Eduardo en el negocio de Silva, e interactuar bajo la sorpresa de verlo en un espacio de mi frecuencia donde jamás lo había visto, fue un shock que me remeció toda, primero sentí que era más grato y sorpresivo para mí que para él, me deprimí por un momento, me dije “bueno”, había una alta probabilidad de que toda mi historia con él fuese una fantasía alimentada por mi imaginación y mis ensoñaciones amorosas que me fueron naciendo poco a poco, sin darme cuenta desde que llegué aquí a arrendar el 17 de julio de 2013.  Así que mantuve la calma para no desarmarme y mostrar algún signo de debilidad.  Seguimos en el negocio, en un momento no lo vi hacia mi costado, me doy un poco vuelta levemente hacia atrás, y estaba ahí, cerca de mí, detrás de mi espalda, lo miré hacia arriba a sus ojos, y muy, pero muy sutilmente sonreí por lo grato de sentirlo ahí.  Después hubo desplazamientos entre todos/as, los compradores y la señora y el hijo de Silva, entonces nos encontramos nuevamente próximos pero no tanto lo que permitió un espacio libre y vacío lo que me llevó a preguntarle después de pensar bien la pregunta:  “¿cómo estás?”, “bien”, me dijo, “y tú”, me demoré un segundo en contestarle, entonces y cómo no pude darles mis detalles de por qué estaba bien, porque estaba en Santa Cruz, donde quería estar, con él, cerca por lo menos, entonces le dije “bien”, resumía en esa interjección toda la inmensa y tranquila felicidad de estar ahí con él hablando en un espacio que no es la casa que nos une.  Mi interjección “bien” iba con todas esas imágenes, entonces sentí que le transmití que estaba bien, y “bien” también por estar viviendo ese momento juntos ahí, libres. Entonces su cabeza hizo un movimiento como el mío cuando fui por mis imágenes antes de responderle con palabra, y me miró con su rostro iluminado por mi palabra “bien”, como si hubiera captado el significado de mi bienestar por estar con él. 

Bueno, después de este paréntesis hermoso, quiero decir que ahora hace un rato mientras escucho música me acordé del remolino que soñé estando con mi abuela Amelia en el tiempo de mi niñez, ahora este newen se súper materializó. Realmente fue muy heavy, algo que no había visto antes, y tampoco lo habían visto las personas ahí. 

1 de enero de 2014