En el sueño estaba la Antupillán, la casa de la Pamela y la mía. Me enteraba que la Pamela se quedaría ahí
para siempre, pensaba en que mi casa también estaría de alguna forma ahí para
siempre.
Estaba de noche, y en la parte de adelante de la casa de la Rosa había un pequeño charco
de agua, una fuente natural de agua.
Metía la mano ahí y en el momento en que lo hacía se disipaba la capa de
polvo que tapaba el fondo. En este instante se podía ver los pececitos
chiquititos oscuros, como los que están a la orilla de los ríos y de los lagos
en el sur de Chile.
La
Antonia también
aparecía en el sueño, aparecíamos las dos en un lugar como en una parcela, un
lugar medio lujoso y caro. Antonia tenía
un celular, era el mismo modelo que perdí
y que me había regalado la
Carola. Antonia
recibía una llamada de su hermano que en el sueño era el Patricio, y después el
Daniel, mis primos. Ella respondía y
hablaba normalmente. Cuando intento
hablar por el celular la comunicación se corta mientras Antonia me pasa el
celular. En el sueño, ambas teníamos que
viajar, subirnos a un bus para ir a un lugar donde estaban todos.
Finalmente me terminaba subiendo a un bus del Transantiago. Pasaba, y no me veía uno de mis amigos que
estaba a la pasada del bus. Entre medio
me contaba alguien que el tren que iba a un lugar lejano, de repente se detuvo
en plena línea férrea, justo sobre la infraestructura muy similar al Viaducto
del Malleco. En esta circunstancia la gente
se ponía a mirar para abajo y el tren se daba un poco vuelta.
18 de mayo del 2010