Aquí
comienza la colección de frases que pretendo coleccionar desde aquí hasta el
fin del milenio. Y no es a propósito del
milenio la presente colección, tal vez puede ser a propósito de un diario de
vida, como lo hace el Belcha, o como, me gustaría a mí hacerlo. Sinceramente hablando, es a raíz de los
acontecimientos que sucedieron hoy y las emociones que tiznaron mi visión de
mundo, y para tratar de tratar el tema con cierta exactitud, sin aspirar a la
rigurosidad académica, por supuesto, diría que las emociones que se
arremolinaron en el recipiente de las emociones, cualquiera sea este, actuaron
sobre mi percepción, cambiándola, no de manera, nunca antes experimentada, pero
sí, no habitual en el grueso de mi vida cotidiana. No quiero que se entienda,
que estos estados de percepción o visión de mi experiencia y el mundo alterados
sean no habituales, lo son, pero no con un entretiempo muy extenso entre cada
vez que ocurren.
Estábamos
los tres, cenando después del carrete de anoche. Hablábamos de los pormenores de nuestra
interacción y de la de los demás. En eso
el Belcha comenta que le gustaría conversar de verdad con el Chino, en el
sentido de ser honestos con los amigos y expresar el pensamiento, las ideas,
que se tienen con respecto a cualquier cosa.
Y mencionó:
-“Y
no hacer lo que hacen el Piru con la Silvana”.
Entonces vengo yo y le digo:
-“Deja
de compararte siempre con ellos”
Por
supuesto el Belcha me dijo que el asunto es más complicado que eso. Lo miré escéptica, adivinando el contenido de
su argumentación. Y le dije que él el
otro día dijo que me contaría lo que pasaba con el Piru y la Silvana, algo me
mencionó sobre una ayuda que él les prestó en algo con unas ideas, porque ellos
se lo pidieron. Resultó que no entró en detalles y yo no se los pedí porque
caía de cajón que era un tema censurado y que se estaba tomando atribuciones
que no le fueron dadas por el “Par”, por eso no insistí en conocer esa vez el
suculento secreto. Pero esta vez,
manifesté curiosidad y se lo planteé: “¡y qué tanto!”. Porque sinceramente, el Par ya me estaba
llegando a la coronilla. Cómo tanto
misterio y complicación, o como diría la Jime, culebreos y huevás turbias. Porque me parece y me parecía que le dan
demasiada importancia y por ende poder al “Par”. Un poder que no se lo merecen, porque cagan
hediondo y tienen cabeza igual que el resto de los mortales de su especie. Siempre pensé eso y nunca los vi a ellos como
grandes seres ilustrados y maravillosos.
Creo que lo que han construido tiene una formula cuyos ingredientes es
el amor de pareja que ellos cultivan, el consumo de drogas, cierta preparación
académica y el azar.
La
intención, o como venía la mano, de parte de la argumentación del Belcha, la
sabía de antemano, por razones obvias, comparto con ellos, la Jime y el Belcha,
somos amigos y además hemos construido nuestro mundo nosotros también. Pero a pesar de eso hay ciertas zonas que
respetamos, o que yo les respeto y no trato de ir más allá. Por el lado de que es más complicado que eso
nada podía sorprenderme. La frase
incluía todo lo que yo necesitaba saber para entender la influencia que el “Par”
ejercía en el Belcha y la Jime. Por
razones que ya dije. Pero lo que
desconocía venía de parte de los hechos.
Había acontecimientos que ignoraba y que de manera directa me
involucraban.
El “Par”
escribió un libro con las ideas que desarrolló.
Le pidieron al Belcha que se lo redacte.
Fue en el ‘97, invierno, un poco antes de que nosotros desarrolláramos
nuestras ideas. Periodo que para el
Belcha fue significativo, porque su vida estaba en un punto muerto y se acentúo
más con las cosas que el “Par” le criticó.
Viajó a Santiago a escribir. Le
pidieron el más estricto silencio, incluso con la Jime, opta, o el amor por la
Jime o el desarrollo de nuevas ideas. Finalmente, los señores del “Par”, decidieron
que en la Jime se podía confiar y que podía ser útil, aportar en la
majamama. También viajó a Santiago la
señorita, sin que nadie supiera. Todo
debía ser secreto, nadie podía enterarse de que la Jimena viajó a la casa de
los “Par”. Y por supuesto nadie podía
saber las ideas. Entonces cuando el
Belcha llegó a Valdivia, y empezaron a “pasar las cosas por sí mismas” se le
armó el conflicto al Belcha. No,
no. El conflicto se le armó cuando el
Belcha escribió el libro sobre nuestras ideas que estaban “pasando por sí
mismas”. El muy tonto tiene el complejo
que le ha machucado su hermano, a saber, que él imita lo que ellos practican
como una forma de vida, o sea producir ideas al estilo del Piru y la Silvana, es
decir el “Par” poseedor de una esencia trascendete, y reproducir relaciones de
laboratorio, es decir, reproducir prácticas cognitivas con sus amigos al estilo
del “Par”. El dilema está en que el “Par”
va a pensar que el Belcha es un tipo de plageador o imitador, que se está
asegurando y pasando de listo con las ideas supuestamente de ellos, pero que
son nuestras. Porque a todo esto, las
ideas del “Par” parecen que son muy similares a las nuestras. El asunto parece simple. Pero el nudo está en que el Belcha se siente
invalidado por ellos, por toda su historia compartida con ellos, eso lo anula
al momento de proceder con eficacia. Se
le crea una terrible disyuntiva porque frente a ellos él aparece como una
persona de no fiar. Y por eso su libro
con nuestras ideas no se ha publicado, según el Belcha eso es algo que lo ha
demorado. Yo no sé si será cierto o
no. Puede ser.
La
cosa es que ya me estoy aburriendo de relatar resumidamente lo que pasó hoy en
la cena. Después de haberle deseado mal
al “Par” y de haber llorado y reído por un secreto que duró dos años para mí,
considero que es ridículo lo que pretendían ellos, que es ridículo como se lo
vive el Belcha, más que la Jime, que es ridículo que el conflicto permanezca. Es ridículo que el conflicto con el “Par”
continúe.
1 de
agosto de 1999