Y aquí he retomado las palabras de mi cuna.
Aquí nací, y aquí me dieron cuerda. Una cuerda que a veces fluye a borbotones, y otras se agota hasta extinguirse mi vigilia.
Hoy retomo las palabras de mi cuna para hablarle al enemigo y desarmar la ceguera de su razón; y también, la ceguera de la mía.
Actos, actos, actos de la lengua que saltan de las capas intermedias de la memoria y que dialogan con las capas más profundas de aquella memoria que no le pertenece a este cuerpo de vida presente, pero que sin embargo guarda mi gen egoísta.
Un merenjunge, que revuelto con las palabras prestadas de la universidad y el habla docta, se asienta en mi gramática, que a ratos se me cae, como en los viejos tiempos, cuando una echaba pa’ fuera no más.
“Ellas no callarán por siempre”, a quien se le haya ocurrido esta frase, es muy cierta.
Azul Igaiman Quilaleo
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