De regreso a Santiago me vine con
Salí de Valdivia con lluvia el miércoles 27,
Arriba del bus estaba procesando íntimamente mi experiencia en Valdivia, cada acto, cada gesto, cada palabra y cada sensación que me producía todo ello. Había entrado a un tejido del cual fui parte, pero esta vez con colores nuevos, con nuevos aprendizajes y lo mejor con nuevas fuerzas, me refiero específicamente al tejido de los hermanos Gaínza.
En el presente quiero que sea sólo historia, aunque de repente se puedan confundir las cosas, por parte de ellos, incluida la Jimena. Hay harto espacio tiempo no compartido y no conversado, ellos/as no saben muy bien mi proceso, podrán sospechar, intuir, pero ya no son personas de mi entera confianza, de hecho en este viaje lo confirmé. Hay cosas que no han cambiado. Incluso algo de ello se los manifesté, también siento que a lo mejor ellos esconden su estado actual, y representan una versión anterior, pero sólo es performance mentirosa, algo de eso olí, también están en juego mis prejuicios y temores. He aprendido a hacerme caso.
Los mates y la impresión de haber estado allá, me mantuvieron en
vigilia, no sé si
No me acuerdo en qué momento, después de salir de Valdivia, sentí que
el Belcha era el wecufe. También lo vi
como la reencarnación del huitranalhüe por su manera de caminar y mover su
cuerpo. Y por pasajes breves que recordé
de nuestro paseo a la playa, hubo momentos en que no vi su rostro mientras
conversábamos. Después sentí cómo que me
estaba robando algo de mi conciencia, mi espíritu, mi inocencia que a veces
aparece. No sé, todos esos rollos me
pasé mientras
La noche no fue tan larga, estaba invadida por imágenes, y según yo por revelaciones post visita. Llegando a Santiago, sentí más calma, la Moira se despertó y retomamos la conversación, me contó que la Jimena tenía un libro sobre mitos que lo tenía escondido de un grupo de mujeres donde estaba la Maite. Me empezó a contar sobre esos mitos, y me preguntó si conocía a esas mujeres antropólogas, le dije que no. También me preguntó si quería que me enviara los textos, le dije que no me interesaba, y que ya era suficiente, que no quería seguir escuchando esas historias; una de las cuales a las mujeres le cortaban la cabeza. Así que hasta ahí llegó la conversación en ese tema. Después me propuso hacer un fondo del libro con cuentos de mitos, le dije que yo no escribo ficción, que yo soy referencial, porque era periodista, además estaba en mis proyectos, que quizás en un futuro. Nos despedimos en el metro.
Arriba del metro tren, me empecé a sentir extraña, obvio no había
dormido. Seguí con mi proceso de
asimilación y revelaciones post encuentro.
Sentí miedo cuando una de mis supuestas revelaciones fue visualizar al
Piru como el responsable de la muerte de
Ir a Valdivia significó un costo, que pagué con una nueva desestabilización de mi psiquis y espíritu, la segunda noche después del viaje tampoco dormí, no sé si todas esas cosas que me pasaron fue una conexión con las fuerzas del mal y del bien.
Esa mañana que llegué a La Maestranza, estaba bien turuleca, me daba vueltas como trompo, dormir era imposible, empecé a ordenar algunas cosas, la casa estaba patas para arriba. Estaba en eso cuando, de repente veo pasar por la pandereta de atrás de mi casa, una silueta, en realidad, fue cómo un rectángulo ondulante y transparente de piel de tigre, pude distinguir sus rayas y el fondo anaranjado amarillento. Me quedé mirando, no sentí miedo, sí asombro. Sí sentí que en mi casa había fuerzas benéficas que estaban luchando contra las malas energías que quizás me siguieron desde Valdivia. Las fuerzas benéficas venían por el lado de mis antepasados. Que sensible estaba, el viaje, me había remecido mucho, volver, fue otro proceso de resituarme en este espacio y tiempo.
4 de noviembre del 2010
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