lunes, 14 de marzo de 2022

Estoy volviendo a ser de aquí

Es un medio día otoñal, el sol entibia suavemente el aire, las altas nubes lo difuminan, y todos, y todas las figuras se mueven en esta tenue cortina de luz. 

Cinco para la una, el Metrotren pasa sin retraso, mientras el Pullman me acoge como de costumbre los sábados para ir a Servinco.  Es un día especial porque nos sacamos las camisetas de la empresa para dar lugar a nuestros atuendos personales. 

Ayer saqué del closet mi chaqueta negra de cuero, el cambio de clima lo ameritaba.  Hoy todavía llevo mis gafas de sol para esconderme un poco, no sé por qué, pero es parte de Santiago este juego de identidades, pero qué estoy diciendo, si en todas partes donde haya seres humanos hay identidades, las que cambian con el tiempo y los lugares. 

Hace más de tres años estoy en la Maestranza, bello barrio para sentirse bien y caminar por sus calles, sintiéndose habitante del mundo en ese particular lugar con una historia detrás, que en el caso de mi madre fue su nuevo hogar después de la separación.  Y también lo es para mí y mi hermana Fabiana.  Y por supuesto lo es para mi abuela cuando viene de Buenos Aires, y para la Carola con la Antonia cuando vienen de Las Condes. 

Por fin estoy encontrando mi espacio, siento que es una fase inicial hacia la obtención de mi hogar propio con mis órdenes y mis desordenes, mis objetos y mis rincones. 

Pero que agradable música me ha acompañado en este trayecto por panamericana.  Siento emociones nuevas, también la calma y la paz.  Este ha sido el camino de mi sanación, de mi casa al trabajo y, en medio, mi libertad. 

Ya son la una y media, estamos en San Diego con Copiapó, faltan pocas cuadras para bajarme.  Eleuterio Ramírez ya no es una calle no más, ahora sé que mi padre cuando pasa por ella se acuerda de su hermano, que es mi tío Jaime que en paz descansa. 

26 de abril del 2008

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